Pese a su marcado antiperonismo, fue sin embargo la opera Evita de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice (1976) la primera manifestación artística que contribuyó a la reivindicación de la figura de María Eva Duarte de Perón, segunda esposa de Juan Perón, y a su instalación ante el mundo, después de años en los cuales su nombre y su memoria fueron perseguidos y censurados y en los que hasta a sus restos se les negó sepultura.
Pero la dimensión de ícono que adquirió Evita a partir de ese momento contribuyó a hacer atractivos los aspectos estéticos y el derrotero increíble de su vida -de niña pobre y bastarda a Primera Dama de la República Argentina- y no tanto la llama de la pasiónque acabó con sus días: el amor a su esposo Juan Domingo Perón, a la causa que éste encarnaba y a los argentinos más humildes que eran precisamente el objeto de su acción de gobierno.
En tiempos en que la política ha adquirido una dimensión abstracta, convirtiéndose en un fin en sí mismo, en una profesión como cualquier otra, alejada de las preocupaciones de la gente, es decir, de la finalidad que le dio origen y debería guiarla, es bueno subrayar este rasgo de la vida de Evita, en especial de sus últimos años al frente de la Fundación desde la cual se consagraba a reparar injusticias sociales dando respuesta a las más acuciantes necesidades.
"¿Por qué esta histérica y aullante multitud, que clase de diosa ha vivido entre nosotros?", dice con sorna un tramo de la ópera de Weber y Rice, en referencia a la gente que inundó las calles para despedir a Evita en su funeral. Curiosamente, años más tarde, los británicos también se congregaron por miles para despedir con lágrimas a Lady Diana Spencer fallecida en un sospechado accidente de tránsito, sin recordar aquellas burlas. Pese al abismo que las separó, no faltó entonces quien comparó a la desdichada princesa con Eva Perón.
Lady Di no fue la primera ni la última en ser parangonada con la "abanderada de los humildes", porque Evita se ha convertido en la referencia ineludible de la lucha femenina. Notablemente -y algo intragable para el feminismo "puro y duro"-, fue un hombre -para colmo un militar- el que le mostró el camino de la emancipación y le enseñó a construir poder femenino.
Desde entonces, casi no hay primera dama, líder política, dirigente, a la que no se mire a través del filtro de Evita. Como tampoco actriz que se resista a encarnarla (vea la galería de fotos). Al punto de hacer acordar a la letra del tango Corrientes y Esmeralda: "En tu esquina rea, cualquier cacatúa / sueña con la pinta de Carlos Gardel".
El célebre tema No llores por mí, Argentina -leit motiv de la Opera- ha conocido miles de versiones y se ha convertido casi en un segundo himno de la patria de Evita.
La española Paloma San Basilio y la argentina Nacha Guevara se cuentan entre las pioneras de su interpretación en castellano, en la que también se aventuraron muchas otras, como Valeria Lynch, por ejemplo, mientras que la norteamericana Patti LuPonefue la "Evita" más destacada de todas las que la encarnaron en la primera etapa de la ópera británica, rol que le valió un Tony. La obra de Webber y Rice conoce una segunda vida desde que se reestrenó con Ricky Martin en el rol del Che Guevara y con la argentina Elena Roger como Eva Perón.
En el cine, se pusieron el traje de Eva desde Faye Dunaway -en 1981 en un olvidable film para televisión, Evita Peron- hasta Madonna -en la también triste versión cinematográfica que hizo Alan Parker de la Opera británica.
En 2011, se estrenó en la Argentina Juan y Eva, con Julieta Díaz en el papel de Evita. Es la última de una larga serie en ese país que incluyó la versión (en 1996) de Juan Carlos Desanzo con guión de José Pablo Feinman, y protagonizada por Ester Goris, de gran parecido físico, pero haciendo de una poco creíble Evita muy malhablada y sobre todo irrespetuosa con su marido -algo que ningún testimonio contemporáneo avala, sino la fantasía de los que en los 70 construyeron una Eva "montonera", es decir,"verdaderamente" revolucionaria, enfrentada a su marido "burgués".
Hubo también una menos recordada, pero más rigurosa Evita, quien quiera oír que oiga, mitad film, mitad documental, del fallecido directo argentino Eduardo Mignogna y con música de Litto Nebbia, estrella del rock en la Argentina, en la que una muy joven Flavia Palmiero encarna a Evita en su viaje en tren desde el interior hacia Buenos Aires donde la esperaba el destino, un periplo que es intercalado con material rodado en la época y entrevistas a testigos. Se filmó en 1983 y es tal vez el mejor papel de Palmiero si no el único, ya que luego encaminó su carrera hacia la animación infantil.
En aquellos años también existió una versión argentina de Evita en ópera. Un musical con letra de Pedro Orgambide y composición de Alberto Favero y Nacha Guevara en el cual se lució esta última muy bien caracterizada. Es quizá la mejor intérprete en castellano de No llores por mí, Argentina. Hay que decir que la actriz, que militó en el peronismo, se siente muy identificada con el personaje y llegó a decir "tengo mucho de Eva Perón". Hizo estas declaraciones cuando la obra fue reestrenada en 2009. En esa ocasión también dijo: "Eva entró en mi vida cuando era niña y veía en ella una mujer con poder. Eso fue algo natural para mí. Sé que le debo algo por eso y que muchos miles de mujeres tienen esa deuda fraternal con ella. Es posible que yo tenga una tendencia parecida a Eva a reaccionar de cierta manera. También tengo un parecido físico".
Su compatriota Esther Goris no se quedó atrás y dijo correr con ventaja para el papel por "haber pertenecido a la misma clase social (de Eva) y conocer de verdad lo que es lapobreza, lo que llamo el síndrome de la bombacha rota". Un comentario poco glamoroso, al estilo reo que le dio a su versión de Eva, quien, basta verla en los documentales que nos han quedado, era la encarnación de lo femenino, pese a su fuerte personalidad y su firme carácter.
Otras actrices que han encarnado a Eva en el cine y en el teatro en la Argentina sonSoledad Silveyra, Luisina Brando, Andrea del Boca, Laura Novoa y Julieta Cardinali, por citar algunas.
Hasta la modelo brasileña Anamá Ferreira se animó al papel en una obra de teatro off. Y hubo un episodio de la famosa serie animada en la cual Lisa Simpson hace de Evita.
También en la política la veleidad de ser Evita pasa por la cabeza de muchas.
Por ejemplo, la misma sensación que Guevara y Goris tenía al parecer la líder ucranianaYulia Tymoshenko, que decía sentirse la reencarnación de Eva Perón. Atractiva como Evita, fue dos veces Primera Ministra de su país hasta que en 2010 fue destituida y llevada ante los tribunales y finalmente a la cárcel, donde cumple una condena de 7 años. Un derrotero que bien admite las comparaciones, al menos en el plano de los altibajos.
La chilena Cecilia Bolocco, por su parte, escandalizó cuando apareció intentando imitar a Eva en la tapa de una revista, en los tiempos en que estuvo casada con Carlos Menemy soñaba con ser Primera Dama.
Algo parecido hizo una vez la mujer más rica de la Argentina, recientemente fallecida,Amalia Lacroze de Fortabat, posando para una revista junto a su amigo de entonces, el -oh, casualidad- coronel Luis Prémoli.
Como dijo Cristina Kirchner, quien tras un par de ensayos de pelo recogido optó por la melena suelta que sin dudas le sienta mejor, "Eva es un ícono que nos identifica en todo el mundo".
Y ¿qué mujer se resiste a intentar parecérsele?
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