Azucena Villaflor fue la fundadora de Madres de Plaza de Mayo. El 10 de diciembre de 1977, Día Internacional de los Derechos Humanos, las Madres anunciaron los nombres de sus hijos desaparecidos. Su nieta de 29 años, es funcionaria de la Municipalidad de Avellaneda.
(Diario EL VIGÍA- 10-12-12) - Aquella noche, Azucena Villaflor fue secuestrada por un grupo armado en su casa en Villa Dominico, en Avellaneda, Buenos Aires. Según testimonios, fue recluida en el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada, ESMA, donde actuó, entre otros represores, Alfredo Astiz.
Estaba en la casa de Chela y Emilio Mignone cuando se terminaba el día 8 de diciembre de 1977. Allí, en ese departamento de la avenida Santa Fe, se centralizaba la recolección de dinero y firmas para una solicitada que publicarían dos días después. Repentinamente, llegó María del Rosario de Cerruti y contó, desesperada, los secuestros que se acababan de producir en la puerta de la Iglesia de la Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal.
Una nueva ola de terror les apabulló el alma, pero Azucena fue muy clara: "Con más razón, ahora tenemos que seguir adelante".
Durante todo el día siguiente pulieron detalles de la solicitada y la entregaron. Azucena estaba cansada y nerviosa. Otra Madre, Aída Sarti, la visitó la noche de ese viernes y recuerda tanta tensión. Fue la última de sus compañeras que la vio libre.
Hija de una muchachita quinceañera y de un obrero lanero, Azucena se crió y creció sin que nada le fuera fácil. Desde sus quince años (1940) trabajó en la Siam como telefonista y en ese pulmón obrero y metalúrgico vivió el 17 de octubre de 1945. Se casó en el 49 con Pedro De Vincenti y tuvo cuatro hijos. Néstor, el segundo, fue secuestrado el 30 de noviembre de 1976, en la calle Agüero 4685, Villa Dominico. Desde ese momento, la vida de Azucena fue otra.
Cuando el sábado 10 de diciembre se levantó temprano, mal dormida, compró el diario con la solicitada publicada. Era un triunfo a pesar de todo. Volvió a salir de su casa antes de las nueve, a hacer compras.
"¿Qué querés almorzar, nena?", le preguntó a su hija Cecilia. Apenas movió la cabeza de la almohada para decirle que quería pescado. Con la bolsa y el monedero, Azucena fue hasta la avenida Mitre en busca del mercado, pero allí la interceptaron.
Golpes, gritos y amenazas con armas. Azucena intentó resistir gritando y tirándose al suelo, pero los hombres fueron más fuertes y la cargaron a un coche. Así, el trabajo de infiltración de Astiz lograba capturar a la creadora de las Madres de Plaza de Mayo.
La metieron en "Capuchita" dentro de la ESMA, con su vestido de mangas cortas, atada y vendada. En las horas siguientes, ella descubrió que allí había otros detenidos y les preguntó sus nombres así, cuando la dejaran libre, avisaría a sus familias. También les dio el nombre de su hijo secuestrado por si alguien sabía algo de él.
Pero casi no tuvo más tiempo. Antes de que pasara una semana la sacaron de allí, la subieron a un avión y la arrojaron al mar. Por capricho de las mareas, su cuerpo fue a parar a las arenas de Santa Teresita y quedó enterrada como NN en un cementerio cercano, en donde esperó más de veintisiete años para "aparecer".
Los restos de Azucena fueron identificados por ADN, recién el 13 de mayo de 2005, por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
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