miércoles, 6 de junio de 2012

“Nueva universidad para un nuevo país”

Antes de asumir mañana al frente de la SPU, Gill plantea dos ejes para desarrollar su gestión: la inclusión y “la vinculación entre el conocimiento y la producción, entre el conocimiento, la industria y la generación de empleo”. Inclusión educativa y construcción de conocimiento vinculado al empleo y al desarrollo: con esas ideas en el horizonte de su futura gestión, Martín Gill asumirá mañana la conducción de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación. El cambio de mando se produce tras la salida del radical Alberto Dibbern, quien se mantuvo seis años en el Palacio Sarmiento. En diálogo con Página/12, Gill expone su visión sobre la educación nacional, anticipa sus principales ejes de trabajo y asegura que al interior de la SPU el trabajo será “mancomunado”, tanto con el ministro Alberto Sileoni, con la Secretaría de Educación, a cargo de Jaime Perczyk, como con la Subsecretaría de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias dirigida por Laura Alonso, integrante de La Cámpora. –Usted llega a la SPU con la intención de profundizar las políticas de educación superior, según se anunció. ¿Qué implica esa profundización? –Se propone una continuidad de lo hecho en estos ocho años, profundizando aspectos que contribuyan a una concepción de una nueva universidad para un nuevo país. Para esto hay que tomar dos pilares. Por un lado, un eje en la inclusión. La universidad es uno de los valores agregados que permiten una organización y una movilidad social ascendente, y fundamentalmente es generadora de oportunidades. Esta es una matriz de este proyecto político, y por lo tanto debe ser nuestro norte. El otro eje es profundizar una fuerte vinculación entre el conocimiento y la producción, entre el conocimiento, la industria y la generación de empleo. Esto a partir de una movilidad en el territorio con la creación de nuevas universidades, con la pequeña y mediana empresa, las cooperativas, las organizaciones sociales y los gobiernos locales. En definitiva, se propone redescubrir la capacidad de responder a las demandas que existen en este tiempo, que son puntuales y que reclaman a la universidad pública una palabra. –¿Qué acciones puntuales hay en agenda para avanzar en estas dos cuestiones? –En cuanto a la vinculación con el mundo de la producción, hay que entablar una línea de trabajo transversal entre la secretaría y dos de los planes estratégicos que el Estado ha diseñado: el Programa Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial y el Plan Estratégico Industrial. Por otro lado, debemos profundizar la vinculación con el Ministerio de Ciencia y Tecnología y con los organismos científicos como el INTI y el INTA. Hay que definir estrategias comunes y avanzar en herramientas de vinculación tecnológica. También la secretaría, junto con los decanos de Ciencias Exactas, viene desarrollando un plan estratégico sobre las ingenierías. Debemos plantear como estrategia de gobierno metas plurianuales para mejorar las tasas de graduación de ingenieros. –¿Y en cuanto a la inclusión? –Mi planteo es que la inclusión se materializa con muchos elementos. Hay acciones de inclusión cuando se articulan políticas con los otros niveles de enseñanza, hay inclusión con la apertura de nuevas universidades, cuyos graduados en muchos casos son primera generación de universitarios. Es decir, la universidad está llegando donde antes no llegaba. Otro elemento son las condiciones para la accesibilidad de las personas con discapacidad. También con los pueblos originarios la posibilidad de profundizar esta línea de inclusión, por ejemplo a través de eliminar las barreras idiomáticas. Pero además me interesa trabajar la calidad de la inclusión, es decir, mejorar las líneas que nos permitan la retención del estudiante en su trayecto y la posibilidad de una graduación concreta. –¿Cómo plantea la dinámica de trabajo al interior de la SPU, por ejemplo con la Subsecretaría de Políticas Universitarias? –Voy a integrarme a un equipo de trabajo al que conozco plenamente. Desde la tarea del Consejo Interuniversitario Nacional (NdR: Gill presidía hasta ahora, por tercera vez, al CIN) pude construir una relación muy buena, pude recorrer casi todas las universidades del país, conocer a sus rectores y a sus problemáticas. Conozco a Laura (Alonso) y a casi todo el equipo y estoy seguro de que vamos a trabajar de manera mancomunada. Estoy tranquilo y confiado de que con el ministro (Alberto Sileoni), con Jaime (Perczyk), vamos a fortalecer el trabajo porque ya hemos recorrido un camino y porque tenemos una clarísima conducción de la presidenta de la Nación en cuanto a los objetivos estratégicos que quiere para la universidad. –¿Qué análisis hace de la situación del sector radical del sistema universitario, que parecería preocupado con la salida de Alberto Dibbern? –Las diferencias y la pluralidad no oscurecen al sistema universitario, sino que lo enriquecen en su naturaleza. Invitaría a que le pregunten a la totalidad de los rectores que adhieren al radicalismo cómo hemos trabajado durante este tiempo. No veo ningún tipo de temores por parte de nadie, no serían fundados. Al contrario, veo una posibilidad cierta de avanzar en una integración plena del sistema, en una articulación entre las universidades siempre a partir de sus autonomías, a partir de un replanteo de esa autonomía que nos permita vincularnos y desde esa integración salir al encuentro de otras realidades educativas. –Una de las necesidades de la docencia es avanzar con un régimen nacional de carrera docente. Ya se han firmado los principios básicos, ¿estima que se puede profundizar este aspecto? –En el tema docente es un avance importante el hecho de que esté sentado el CIN con todas las organizaciones gremiales en una mesa paritaria, donde hay consenso y disenso, pero que en cada encuentro se avanza un poco más, y que incluso se haya logrado establecer las condiciones y los grandes principios de la carrera docente: el acceso por concurso y un sistema que asegure la permanencia y la promoción, que las universidades regularán en el marco de sus estatutos. Veo una buena predisposición de los rectores y también de las organizaciones gremiales. –Otra demanda que expresa la comunidad universitaria es la necesidad de modificar la Ley de Educación Superior, ¿lo considera posible? –Este es un gobierno que ha realizado profundas transformaciones en todo el sistema educativo. Lo hizo en la educación media, inicial, en la primaria, lo hizo en la educación técnica. También en torno de una nueva ley de educación superior es mucho lo que se ha recorrido con reflexiones y aportes, tanto desde el ministerio como desde el Poder Legislativo y del Consejo de Rectores. Es una cuestión que permanece latente y se evaluará en los momentos más oportunos para llevarla adelante en un marco de diálogo, consenso y trabajo. Entrevista: Agustín Saavedra.

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