miércoles, 25 de enero de 2012

La Rioja: belleza todo el año

La Rioja presenta innumerables atractivos. La laguna Brava da la bienvenida a los intrépidos que se animan a este soberbio rincón en la Cordillera de los Andes; y Famatina y sus nogales regalan un festival de sensaciones.




El Paraíso

En el límite con Chile, Laguna Brava es un paraíso escondido en la Cordillera de los Andes. Ubicada 450 kilómetros al oeste de la capital, es una reserva natural creada para preservar a las comunidades de vicuñas y guanacos que estaban al borde de la desaparición. Con una extensión de 5.000 hectáreas, lleva este nombre por ser la mayor laguna de toda la región, con una superficie de 17 kilómetros de largo por 4 de ancho.


El paso internacional Pircas Negras, el pueblo de Vinchina y la Quebrada de La Troya forman parte de este itinerario de ensueño. La travesía se realiza con un baqueano que oficia de guía. Las lomadas policromáticas, la presencia de guanacos y vicuñas y la laguna ovalada, custodiada por altos picos, como el Veladero y el Piscis, arman una postal inmóvil.

El clásico riojano

Otra de las inmensidades vírgenes que acuna la provincia es el cañón de Talampaya. La acción del tiempo y del viento han tallado figuras de piedra que resplandecen bajo el sol que asoma casi los 365 días del año, o bajo la luna llena que ilumina el cielo de plata cinco veces al mes. Esta novedosa manera de conocer el parque permite escapar del ardor del desierto y fotografiar La Catedral, una de las paradas del circuito, con sus agujas góticas teñida de los colores de la noche.

El Sendero del Triásico es la nueva atracción del Parque Nacional Talampaya. Una de las postales clásicas de La Rioja se renueva constantemente y suma interés para los turistas con la presencia de 16 réplicas de dinosaurios de tamaño real dentro del parque. Esta iniciativa didáctica le agrega valor a la riqueza natural del Cañón de Talampaya y tiene como objetivo dar a conocer las diversas especies de estos gigantes que habitaron esta zona hace más de 150 millones de años.

Al sendero se ingresa por una portada especial, donde también hay una sala de proyecciones. A lo largo de los 230 metros del circuito se exhiben en orden cronológico las distintas especies de dinosaurios recreadas en fibra de vidrio y resinas sintéticas. El recorrido autoguiado y gratuito demanda 30 minutos y consta de cinco estaciones. Para completar este periplo activo, no hay que evadir la Cuesta de Miranda, un trazado serpenteante de 14 kilómetros y 800 vueltas que desafía al mareo. El paseo avanza en paralelo a las sierras del Velazco, y obsequia una vista grandiosa de Chilecito.

Refugio de cóndores

El atractivo del vértice sur riojano se condensa en la Quebrada del Cóndor, a sólo 150 kilómetros de la capital. Este sitio es uno de los pocos apostaderos de cóndores donde se puede sentir el vuelo casi sobre la cabeza, ya que el punto de avistaje está por encima de los dormideros. Un día de suerte regala 15 a 20 aves volando en simultáneo, en una danza sincronizada para los visitantes.

Y la mejor forma de darle un punto final a este viaje riojano es pasar por Chilecito, 33 km al sur de Famatina, para visitar el famoso cablecarril La Mejicana. Las nueve estaciones enclavadas en lo alto de la montaña se esparcen por un recorrido de 35 kilómetros que impresiona de tan sólo imaginarlo. Esta obra data de 1905 y fue construida para trasladar oro y plata que brotaban sin límite de las sierras del cordón del Famatina hasta la estación del ferrocarril, en las afueras de la ciudad. En la actualidad, el magnífico paisaje que surca y la mina abandonada se han convertido en un particular destino turístico. Por estos días, el cablecarril está en desuso y sus estaciones están en pie pero son de difícil acceso. De todos modos, se ofrecen excursiones que salen desde Chilecito o desde el vecino pueblo de Famatina para seguir el tendido del cable a pie, a caballo, en moto y en vehículos 4x4.


Fuente: ambito.com

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