Las posibilidades creativas, la situación de Independiente, al filo del descenso, y la educación son algunas cuestiones que abordó el escritor, guionista y docente Eduardo Sacheri, a poco de lanzar una antología de cuentos futboleros "con 20 hits y 4 inéditos" y de estrenar "Metegol", una animación 3D dirigida por Juan José Campanella basada en un texto de Fontanarrosa.
La máquina Sacheri está en movimiento. En junio lanzará el compilado con Alfaguara y estrenará el filme de Campanella; las novelas Papeles en el viento y Aráoz y la verdad fueron reeditadas en formato económico por Punto de Lectura para escuelas secundarias; empezó a guionar Papeles en el viento con Juan Taratutto para rodarlo, "con toda la suerte del mundo, el próximo verano"; y lo mismo está haciendo con la parte II de "Metegol".
El libro "viene con cuatro refuerzos de jerarquía", arranca Sacheri, 24 textos resumen 17 años de trabajo, desde el "Esperándolo a Tito" que leía Alejandro Apo en Radio Nacional a "cuentos que a la gente le gustan mucho por razones misteriosas", como "De chilena", "Los traidores" o "Lo raro empezó después".
Tras 17 años dando historia en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 2012 dejó la enseñanza académica, "con tanto trabajo no estaba actualizado y lo lógico es darle lugar a la gente que está mejor preparada", dice en el bar de Castelar adonde citó a Télam; se quedó, cuenta, con dos secundarios de la zona, una pública y otra privada.
"Los libros y las películas me permitieron otro equilibrio, de dar clases mañana, tarde y noche pasé a dos mañanas por semana, así cualquiera es docente -sonríe-, no me canso, tengo tiempo de pensar, tengo tiempo de corregir", algo "extrañamente placentero" para el ideador de la novela que llegó al cine como "El secreto de sus ojos" y ganó un Oscar en 2010 a mejor filme extranjero.
"Estando en las dos ventanillas ves cómo los chicos llegan a la universidad, por eso me quedé en el secundario, creo que es más urgente. Vos podés bajar el nivel de un relato sobre la Revolución Industrial si nunca escucharon sobre eso, pero 40 páginas para leer en una semana te resultan insoluble no hay forma", grafica.
La docencia "te obliga a una gimnasia espiritual o psicológica muy buena para mí, porque el laburo de escritor es muy hermético, casi enfermizo en esa construcción de un universo paralelo".
Sus historias "son siempre inventadas -dice-, pero en ellas hay un hábitat que es propio, aunque mis personajes son ficticios los horizontes en que se mueven no, esos climas, escenarios o modos de hablar son los que conozco de vivir por acá".
"Sin esto -sentencia- rápidamente me quedaría sin cosas para escribir. Dicho así suena a que uno toma el material directamente del entorno, pero es una mezcla -advierte-, hay una intersección rara entre esos dos mundos, el de lo que traigo y lo que viene de afuera".
Sacheri confiesa que es bastante neurótico a la hora de construir historias, "tengo que saber qué voy a escribir, pero me encantaría tener la libertad del gordo (Osvaldo) Soriano que le gustaba una frase y con eso arrancaba una novela, para mí lo más difícil es dar con la lógica del personaje porque lo voy conociendo a medida que escribo".
Pero llega un punto en que los personajes lo ponen en tensión, "hay cosas en las que te van a obedecer y otras en las que no -asevera-. Ese es el momento de humildad, el de la sorpresa, lo mismo que pasa con la gente, construís vínculos y proyectás sobre otros lo que imaginás posible, pero a veces te devuelven otra cosa y está bueno, porque te impide aburrirte".
"Inventar historias es mi forma de reconciliarme con cosas normales de la vida que no tolero, empezando por la muerte, en ese pequeño mundo creado las cosas se parecen un poco más a lo que querría. No sé si las palabras sirven demasiado. Viniendo de un escritor no es una buena frase -rectifica- pero al menos el logos establece un mínimo orden".
"Para mí el arte es un acto de provisoria sanación, inútil al cabo, pero necesario, porque en el fondo la vida es trágica y todos los finales son tristes, lo que no significa abandonarse necesariamente a la tragedias, es más bien algo como `mientras tanto salgamos a jugar`".
Ahí entra Independiente, "me tiene triste esto, con mi modo de ver estoy tratando de reconciliarme con lo peor más que dedicando energía a esperanzarme, me estoy preparando para que en agosto juguemos con Aldosivi", bromea sobre la posibilidad de caer a la B Nacional, por primera vez en 108 años de historia.
"Me parece que en la vida, no sólo en el fútbol, los modos son muy importantes, no sólo importan los qué, también los cómo: es de tonto encapricharse con que el club no puede ir al descenso, eso no te lleva más que a la intolerancia y la violencia, porque si no entendés el mundo vas a los topetazos".
"¿Quién sos para que no te pase la mala, quién está a salvo?", pregunta y suena muy parecido a Mauricio o a Fernando, los que lidian con la muerte en "Papeles en el viento", tratando de vender a un delantero que no hace goles.
"Lo que te vuelve grande es cómo lo enfrentes, prefiero hacerlo con dignidad, sin romper la cancha ni matar un árbitro o cagarnos a trompadas entre nosotros. Si nunca te tocó la mala no sé si sos tan grande, nunca estuviste tan a prueba", concluye.
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