En el recital realizado en el hermoso anfiteatro techado de Tecnópolis, la santafesina, ahora madre de dos niñas, mostró su completo eclecticismo al pasar por los diferentes ritmos folclóricos, la balada pop, el tango y el chamamé.
Para plasmar ese cometido, la acompañaron su hermana Natalia y el tanguero Miguel Ángel Roda (surgido del “reality” televisivo “La Voz Argentina”) a lo largo de una velada en la que La Sole manejó al público con maestría.
Los puntos más álgidos de la noche fueron cuando Calamaro subió al escenario y contó la historia del exilio de su hermana a consecuencia de la dictadura militar y cómo la mujer estuvo alojada unos días en la casa que Atahualpa Yupanqui poseía en París.
Esa fue la introducción para que ambos cantaran “Piedra y camino”, de Yupanqui, en una versión donde Calamaro lució su vozarrón y Soledad bajaba unas octavas para embellecer la confluencia interpretativa.
Un ratito más tarde, y después que la también animadora televisiva y su notable banda se despacharan con los chamamés “Puerto Tirol” y “Lucerito Alba” a puro sapucay y acordeón, provocando el baile de todos el público, subió Mario Bofill.
El cantautor correntino y Soledad compartieron la hermosa canción “Mujer América” que Bofill dedicó a las mujeres de los pueblos originarios, las guaraníes y a las criollas.
“India, menospreciada, madre nuestra/ miente quien dijo que te descubrió/ y mienten los Imperios que afirmaron/ haberte conquistado el corazón/Mujer, y por mujer, avasallada/ América del Sur, tierra de Dios/ tu historia ha sido y es pasión y muerte/ por eso exijo tu resurrección”, propuso el correntino, de 64 años, en su pieza.
Enseguida y luego de dedicarle varias palabras de admiración, Soledad invitó a Peteco Carabajal para dar inicio a un segmento enfocado en la chacarera santiagueña.
A dos voces y a pura emoción, este par de figuras de la escena folclórica se lucieron en el clásico “Entre a mi pago sin golpear”, de Carlos Carbajal y Carlos Trullenque.
Haciendo del escenario una suerte de casa abierta, antes Pastorutti había recibido a Roda, un protegido del concurso en el que ella fue jurado, y con quien compartió “Garganta con arena”, que Cacho Castaña compuso en honor de Roberto “Polaco” Goyeneche.
Y allí fue donde quien a mediados de los 90 irrumpió revoleando el poncho, sacó a relucir su versatilidad para darle un toque bien arrabalero a la letra como si hubiera nacido en el barrio de Pompeya en los 50 y no en 1980 en el pueblo de Arequito.
Junto a su hermana Natalia se metió en terrenos de la balada pop con la hermosa “Hermanas” y entonces ratificó que es capaz de andar por diferentes caminos sin tropezar.
También le dedicó a su provincia la bonita “Santa Fe de mi querer” y dejó para el cierre “A Don Ata”, “Tren del Cielo” y la combinación entre “Lejos de ti”, “Bahiano” y “Cariñito” que le permitieron navegar las aguas del folclore latinoamericano con mucha tranquilidad para redondear la alegría del público presente en el lugar.
Haciendo del escenario una suerte de casa abierta, antes Pastorutti había recibido a Roda, un protegido del concurso en el que ella fue jurado, y con quien compartió “Garganta con arena”, que Cacho Castaña compuso en honor de Roberto “Polaco” Goyeneche.
Y allí fue donde quien a mediados de los 90 irrumpió revoleando el poncho, sacó a relucir su versatilidad para darle un toque bien arrabalero a la letra como si hubiera nacido en el barrio de Pompeya en los 50 y no en 1980 en el pueblo de Arequito.
Junto a su hermana Natalia se metió en terrenos de la balada pop con la hermosa “Hermanas” y entonces ratificó que es capaz de andar por diferentes caminos sin tropezar.
También le dedicó a su provincia la bonita “Santa Fe de mi querer” y dejó para el cierre “A Don Ata”, “Tren del Cielo” y la combinación entre “Lejos de ti”, “Bahiano” y “Cariñito” que le permitieron navegar las aguas del folclore latinoamericano con mucha tranquilidad para redondear la alegría del público presente en el lugar.
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