El cineasta registra la figura del ilusionista y prestidigitador René Lavand en su documental “El gran simulador”, que presentó en el Bafici y en el Festival de Málaga, y se estrena este jueves.
Decía Alberto Olmedo cuando se disfrazaba de mago ucraniano que “la mano es más rápida que la vista”, citando el lugar común de los magos de antaño, y así de golpe asomaba el recuerdo de René Lavand, que no es mago pero hace cartomagia con una sola mano.
Frenkel incursionó en el cine de ficción con "Vida en Marte", pero desde entonces se quedó con el documental, un género que dice "me resulta más cómodo, y quizás por eso mismo, alguna vez quiera volver a sentirme incómodo, y vuelva a la ficción".
De esta segunda etapa son "Buscando a Reynolds" y "Construcción de una ciudad", y dice en diálogo con Télam, que "...por suerte con todas me fue bastante bien, porque se vieron en el Bafici, la crítica las elogió y me hicieron recorrer un poco el mundo, es decir, todas tuvieron su reconocimiento".
Héctor René Lavandera es prestidigitador con una sola mano, la izquierda, porque no tiene derecha y con solo cinco dedos hace todo lo que se puede hacer con un mazo de naipes, aquello que se ve y lo que no se ve porque su mano es más rápida que la vista.
Cuando era un niño en Coronel Suárez, un automóvil le aplastó su brazo derecho, dejándole desde el codo un muñón de once centímetros, y desde entonces, es decir hace ya 75 años (entonces tenía 9), se lleva de la mano con la baraja.
Es gracias a ese punto ciego del ojo humano que Lavand hace trucos sin que nadie, ni siquiera quien está delante suyo, puede descubrir la costura, y de allí que se haya convertido en uno de los especialistas en mazos de naipes más importantes de los que se tenga memoria en el mundo.
Frenkel recuerda que si bien lo había conocido cuando era chico viéndolo por la pantalla de un televisor, la primera vez que lo vio de cerca fue en la fiesta de cierre de un festival de cine en Tandil, pero que por respeto no se atrevió a acercarse.
“El arte es una mentira, la mentira es un arte”, es una de las frases que se le escucha decir a Lavand, el artista que supo recorrer los escenarios del mundo, la televisión en blanco y negro en directo y hasta en “El show de Ed Sullivan”, en los Estados Unidos.
Pero no solo los Estados Unidos, Europa, y el resto de América latina pusieron sus escenarios al servicio de sus presentaciones, ya que aquí al promediar la década del 60, fue una de las figuras importantes del ciclo “Sábados Circulares”, creado y conducido por Nicolás "Pipo" Mancera.
"El mismo es una ilusión, se inventa un nombre, hay una construcción, una mística que lo hace más atractivo y ahí viene el problema que es dónde me paro yo como documentalista, que pasa si yo como documentalista le pregunto algo alguien y esa persona me miente?", se interroga el cineasta.
"Tengo que rescatar la verdad de esa mentira y de eso se trata la película, de capas de verdades, capas de simulación, porque cuando hace un juego de cartas claramente me está mintiendo, luego tiene su personaje muy bien montado, que habla de esa manera, con modales de dandy, con mucha magia y misterio", explica Frenkel.
para el cineasta, "el mismo lo dice al final de la película, que René Lavand se lo comió a Hector René Lavandera, es decir que el no domina la frontera, no hay una barrera concreta entre uno y otro, y me parece que eso enriquece la película".
"En ese sentido un ilusionista es el personaje perfecto para un documental porque pone en tensión este juego de realidad y fantasía, y el cine es una mentira organizada y el cine documental se ocupa de la tensión entre la realidad y la ficción. Hay una parte que el que está mirando tiene que aceptar como que es real, y hay un juego con eso. En la ficción la mentira es más clara", aseguró.
En otro párrafo, Frenkel manifestó que "en el caso que la persona que uno pone delante de la cámara sea un mentiroso profesional, un simulador, enriquece todo ese juego de verdades a medias, ocultas, mentiras, verdades tapadas con mentiras y viceversa, aunque esa reflexión no esté puesta en primer plano en la película. Sin embargo, uno puede dejarse llevar y
reflexionar sobre eso mientras la mira", dice.
"No reniego de la entrevista ni del material de archivo para armar un documental, y un documental nunca es del todo un documental porque la realidad siempre esta mediatizada por algo, por el montaje, por el encuadre, la luz, la música, porqué material dejo afuera o realzo; nunca es la verdad o la realidad", insiste.
"Nada es verdad, todo es opinión, todo es manipulable, no hay que ir a buscar realidad a las pantallas, pero pedazos de realidad si", concluye Frenkel, igual que Lavand (o Lavandera) finalmente convencido de su sentencia "El arte es una mentira, la mentira es un arte".
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