Benni, nacido en 1947, no ha dejado de sumar popularidad desde el lanzamiento —en 1983— de su novela Terra!, a la que siguieron títulos como El bar del fondo del mar, La cofradía de los celestinos y Aquiles pies ligeros, vinculados por una prosa surrealista y musical que documenta su visión de las ideologías, la realidad y la identidad.
Este hombre temperamental que en su juventud jugó en las inferiores del Bologna F.C hasta que una lesión lo marginó para siempre del fútbol, ha incursionado en todos los géneros literarios, desde novelas y artículos periodísticos hasta obras de teatro, además de una breve experiencia como director cinematográfico en el film "Música para animales viejos" (1989).
En esta ocasión, Benni llegó a la Argentina para presentar una versión libre e informal de Cyrano de Bergerac, el drama heroico en verso escrito en 1897 por Rostand que resurge ahora como parte de la colección "Save the story", dirigida por el escritor italiano Alessandro Baricco y planteada como un rescate para el público infantil de grandes clásicos de la literatura.
-Télam: ¿Cómo fue su trabajo con la adaptación de "Cyrano de Bergerac"? ¿A qué aspectos de la obra eligió dar prioridad y cómo cree que se resignifica hoy este clásico?
-Benni: Traté de mantener unida a la historia y las "canciones", el aire de la nariz, el aire de amor, el aire de la luna, que son extraordinarios. He tenido que trabajar en prosa y poesía, aunque del original corté algunas partes en prosa y mantuve todas las de poesía.
Me centré en una perspectiva que los niños pudieran comprender, sin que esto implicara simplificar. Los niños son inteligentes y pueden comprender todo.
-T: Italo Calvino apunta en Por qué leer a los clásicos que son aquellos libros de los cuales se suele decir "Estoy releyendo..." y nunca "Estoy leyendo..."¿Cree que en la actualidad se entabla con los clásicos las misma relación que antes, cuando solían ser revisitados y resignificados con una cierta asiduidad?
-B: Los clásicos cambian cada vez que uno vuelve a leerlos. Son clásicos porque mantienen inalterable su misterio y su encanto. En el caso de "Cyrano de Bergerac" los motores de su permanencia están a la vista: todos hemos soñado con un amor feliz, hemos sufrido por amor y seguramente hemos tenido el coraje de decirle a una persona que la amábamos. Eso vale tanto para el 1600, cuando fue escrito, como ahora.
-T: Usted ha dictado numerosos seminarios de imaginación ¿La crisis de imaginación que se experimenta hoy está relacionada con crisis de otro orden —económico, social— que atraviesan las sociedades actuales o es un fenómeno asociado a la presencia cada vez mayor de las pantallas y los dispositivos tecnológicos que parecen no dejar nada librado a la imaginación?
-B: La televisión ha privado al pueblo de gran parte de la sensibilidad y la imaginación, pero no debemos renunciar ya que todavía hay muchas maneras de ayudar a la gente a liberar su imaginación y reencontrarse con los libros y el teatro, incluso tal vez a través de internet, si se usa inteligentemente.
Yo empecé a escribir en una época en la que las editoriales aún no estaban dominadas por la tele. Se reconocía el talento: bastaba con que una o dos personas en una editorial lo vieran. Se publicaban menos libros y las editoriales eran diferentes, buscaban escritores y no famosos que escribieran libros. Si ahora un joven escritor quiere publicar se encuentra delante suyo por lo menos a veinte subnormales de la tele que escriben.
-T: ¿Cree que ha cambiado la relación con los lectores en los últimos años? ¿Logran establecer vínculos fuertes con los escritores hoy que los libros permanecen menos tiempo en los exhibidores de las librerías y por lo tanto se ha reducido el tiempo que un lector tiene para descubrir a un escritor?
-B: Hay algunos que leen sólo el libro más vendido, o libros que compran porque han escuchado que son buenos. Sin embargo, todavía quedan algunos lectores del tipo aventurero y curioso que llegan a las librerías ávidos de descubrir algo nuevo.
-T: Hay una tendencia a involucrar a los niños en problemáticas reales, mientras que antiguamente la literatura buscaba preservar al público infantil de los avatares de la realidad ¿Comparte esta visión de introducirlos en problemáticas trágicas o dolorosas?
-B: Los niños son capaces de abordar cualquier tema, incluso la muerte. Lo peor es ocultarles la verdad o responder con el silencio a sus miedos. Por otra parte, creo que no hay diferencia entre la literatura para adultos y la literatura para niños. Habría que distinguir en cambio entre lectores aventureros y curiosos, y lectores conformistas.
Todo lo que se escribe puede ser entendido por niños y grandes. La diferencia en la llamada literatura infantil está dada por el tono: se opta por un lenguaje más simple para que no hagan mucho esfuerzo para comprender, pero los niños pueden entender todo.
T: En sus historias son una constante los personajes infantiles ¿Esto tiene que ver con su concepción de la literatura como una lente que deforma la realidad de una manera similar a la que un niño "deforma" el mundo para comprenderlo?
B: Yo no escribo para los niños, sino también para cualquier persona que considera su infancia una de las grandes riquezas de la vida, un período fértil en el que se aprende y se convierte en único. Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz.
Este hombre temperamental que en su juventud jugó en las inferiores del Bologna F.C hasta que una lesión lo marginó para siempre del fútbol, ha incursionado en todos los géneros literarios, desde novelas y artículos periodísticos hasta obras de teatro, además de una breve experiencia como director cinematográfico en el film "Música para animales viejos" (1989).
En esta ocasión, Benni llegó a la Argentina para presentar una versión libre e informal de Cyrano de Bergerac, el drama heroico en verso escrito en 1897 por Rostand que resurge ahora como parte de la colección "Save the story", dirigida por el escritor italiano Alessandro Baricco y planteada como un rescate para el público infantil de grandes clásicos de la literatura.
-Télam: ¿Cómo fue su trabajo con la adaptación de "Cyrano de Bergerac"? ¿A qué aspectos de la obra eligió dar prioridad y cómo cree que se resignifica hoy este clásico?
-Benni: Traté de mantener unida a la historia y las "canciones", el aire de la nariz, el aire de amor, el aire de la luna, que son extraordinarios. He tenido que trabajar en prosa y poesía, aunque del original corté algunas partes en prosa y mantuve todas las de poesía.
Me centré en una perspectiva que los niños pudieran comprender, sin que esto implicara simplificar. Los niños son inteligentes y pueden comprender todo.
-T: Italo Calvino apunta en Por qué leer a los clásicos que son aquellos libros de los cuales se suele decir "Estoy releyendo..." y nunca "Estoy leyendo..."¿Cree que en la actualidad se entabla con los clásicos las misma relación que antes, cuando solían ser revisitados y resignificados con una cierta asiduidad?
-B: Los clásicos cambian cada vez que uno vuelve a leerlos. Son clásicos porque mantienen inalterable su misterio y su encanto. En el caso de "Cyrano de Bergerac" los motores de su permanencia están a la vista: todos hemos soñado con un amor feliz, hemos sufrido por amor y seguramente hemos tenido el coraje de decirle a una persona que la amábamos. Eso vale tanto para el 1600, cuando fue escrito, como ahora.
-T: Usted ha dictado numerosos seminarios de imaginación ¿La crisis de imaginación que se experimenta hoy está relacionada con crisis de otro orden —económico, social— que atraviesan las sociedades actuales o es un fenómeno asociado a la presencia cada vez mayor de las pantallas y los dispositivos tecnológicos que parecen no dejar nada librado a la imaginación?
-B: La televisión ha privado al pueblo de gran parte de la sensibilidad y la imaginación, pero no debemos renunciar ya que todavía hay muchas maneras de ayudar a la gente a liberar su imaginación y reencontrarse con los libros y el teatro, incluso tal vez a través de internet, si se usa inteligentemente.
Yo empecé a escribir en una época en la que las editoriales aún no estaban dominadas por la tele. Se reconocía el talento: bastaba con que una o dos personas en una editorial lo vieran. Se publicaban menos libros y las editoriales eran diferentes, buscaban escritores y no famosos que escribieran libros. Si ahora un joven escritor quiere publicar se encuentra delante suyo por lo menos a veinte subnormales de la tele que escriben.
-T: ¿Cree que ha cambiado la relación con los lectores en los últimos años? ¿Logran establecer vínculos fuertes con los escritores hoy que los libros permanecen menos tiempo en los exhibidores de las librerías y por lo tanto se ha reducido el tiempo que un lector tiene para descubrir a un escritor?
-B: Hay algunos que leen sólo el libro más vendido, o libros que compran porque han escuchado que son buenos. Sin embargo, todavía quedan algunos lectores del tipo aventurero y curioso que llegan a las librerías ávidos de descubrir algo nuevo.
-T: Hay una tendencia a involucrar a los niños en problemáticas reales, mientras que antiguamente la literatura buscaba preservar al público infantil de los avatares de la realidad ¿Comparte esta visión de introducirlos en problemáticas trágicas o dolorosas?
-B: Los niños son capaces de abordar cualquier tema, incluso la muerte. Lo peor es ocultarles la verdad o responder con el silencio a sus miedos. Por otra parte, creo que no hay diferencia entre la literatura para adultos y la literatura para niños. Habría que distinguir en cambio entre lectores aventureros y curiosos, y lectores conformistas.
Todo lo que se escribe puede ser entendido por niños y grandes. La diferencia en la llamada literatura infantil está dada por el tono: se opta por un lenguaje más simple para que no hagan mucho esfuerzo para comprender, pero los niños pueden entender todo.
T: En sus historias son una constante los personajes infantiles ¿Esto tiene que ver con su concepción de la literatura como una lente que deforma la realidad de una manera similar a la que un niño "deforma" el mundo para comprenderlo?
B: Yo no escribo para los niños, sino también para cualquier persona que considera su infancia una de las grandes riquezas de la vida, un período fértil en el que se aprende y se convierte en único. Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz.
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