Jurisconsulto, diplomático y político, fue presidente de la República desde donde impulsó el establecimiento de la ley electoral que puso fin a décadas de fraude y exclusión. Falleció el 9 de agosto de 1914.
Roque Sáenz Peña, hijo del doctor Luis Sáenz Peña y de doña Cipriano Líate, nació en Buenos Aires el 19 de marzo de 1851. Terminó los estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, y en 1875 se graduó de doctor en derecho con la tesis sobre "La condición jurídica del expósito".
A raíz de la revolución de 1874, defiende a las autoridades de la nación, como capitán de guardias nacionales, ascendiendo luego a comandante. Milita en el partido autonomista acaudillado por Adolfo Alsina y en 1875 ocupa una banca en la legislatura bonaerense. Lo reeligen en el cargo en 1877 y 1879, llegando a desempañar la presidencia del cuerpo.
Con motivo de la guerra del Pacífico, se ausenta en 1879 silenciosamente para Lima, poniéndose al servicio del Perú donde le otorgan el grado de teniente coronel. Su serenidad y coraje contribuyen mucho al triunfo de Tarapacá. Mandando en Africa el batallón de Iquique, después de ser herido, cae prisionero. Se le confina cerca de la capital chilena. Puesto en libertad, regresa en septiembre de 1880 a Buenos Aires convertido en un héroe. Por unanimidad el Congreso de la Nación le devuelve la ciudadanía argentina, perdida al incorporarse al ejército peruano.
En 1880 desempeña por poco tiempo la subsecretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores. Cuatro años más tarde, funda y redacta el diario "Sud América", en compañía de Carlos Pellgrini, Paul Groussac, Lucio V. López y Delfín Gallo. En 1887 se le designa ministro argentino en el Uruguay. Al año siguiente descuella como representante del país en la Conferencia de Montevideo, y en 1889-90 su actuación en la Conferencia Panamericana de Washington le da notoriedad continental. Vuelve a Buenos Aires para hacerse cargo de la cartera de Relaciones Exteriores del expirante gobierno de Juárez Celman.
Proclamado por la juventud candidato a presidente de la República para el período 1892-98, retira su nombre en una hermosa carta cuando surge la candidatura de su padre. No queriendo aparecer, pese a su postura política, ni como partidario ni como opositor del primer magistrado de la Nación, renuncia en 1892 a la senaduría nacional por la Provincia de Buenos Aires que desempeñara durante pocos meses y brinda, así, otro homenaje a su padre.
En 1905 realiza un viaje triunfal a Lima, donde recibe la medalla de oro que se le otorga por ley del Congreso. Se le asciende, asimismo, al grado de general de brigada del ejército peruano. Poco después desempeña la representación argentina ante España y Portugal, primero, y ante Italia y Suiza después. En 1907 preside la delegación de nuestra República a la Segunda Conferencia de la Paz celebrada en La Haya. En 1909 forma parte del tribunal de arbitraje en las diferencias suscitadas entre los Estados Unidos y Venezuela.
Electo presidente de la República en 1910, hace un gobierno progresista y noblemente inspirado. Entre todas sus iniciativas se destaca la ley que lleva su nombre, mediante la cual espera garantizar definitivamente la paz, la prosperidad, y la cultura cívica del país, devolviendo al pueblo el uso legítimo de la soberanía.
Enfermo desde tiempo atrás, fallece el 9 de agosto de 1914. Su muerte produce honda consternación pública. La gratitud nacional le eleva el artístico monumento que adorna el centro de la ciudad porteña.
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