Obviando las cifras que muestran una baja de la pobreza y mejoras en la distribución del ingreso, el diario anunció que “los indicadores sociales se deterioran” y aseguró que el actual modelo “amplía las diferencias entre ricos y pobres”.
Hace unos 20 días, varios medios difundieron un informe de la Comisión Económica para América latina (Cepal) según el cual en nuestra región, con excepción de Costa Rica, “hay una tendencia generalizada hacia la reducción de la pobreza”.
“Es la primera vez en la historia que América Latina logra reducir la pobreza inmediatamente después de una crisis económica como la de 2008 y 2009”, señaló entonces Alicia Bárcena, la mexicana que hoy ocupa la secretaría ejecutiva del organismo. “La tasa de pobreza en la Argentina se redujo desde el momento más crítico de la crisis de 2001 a la fecha en 34,1 puntos, ubicándose con 11,3 por ciento como la segunda más baja en la región detrás de Uruguay, que tiene un 10,7 por ciento”, advirtió Página/12 el último 1 de diciembre. A esto agregó que de acuerdo al informe “la mejora deviene de la prudencia macroeconómica con la que se condujeron los países de la región, el progresismo social y la innovación productiva”.
Para datos más recientes, el artículo sumó que la pobreza y la indigencia en la Argentina se contrajeron entre 2006 y 2009 a razón de un 3,2 y un 1,1 punto porcentuales por año:“la situación de pobreza se redujo de 21 por ciento en 2006 a 11,3 por ciento en 2009, en tanto que la cantidad de indigentes bajó en ese lapso de 7,2 a 3,8 por ciento”.
Clarín no publicó una sola línea sobre este panorama desarrollado por el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas responsable de promover el desarrollo económico y social de la región. Es decir: para sus lectores, ese informe directamente no existió.
Ayer, sin embargo, el matutino indicó en la página 14 –y debajo de la volanta “el conflicto social”–, que mientras “el PBI crece, los indicadores sociales se deterioran.” “La Argentina experimentó en estos años una mejora social no muy diferente a lo que se produce después de toda gran crisis económica y financiera”, arrancó el artículo que habló también de “un modelo económico que amplía la diferencia entre ricos y pobres”.
Para dar apoyo a su tesis, la nota se basó en un reportaje publicado por el mismo diario en agosto pasado y que ya fue citado en sus páginas durante los últimos meses en otras oportunidades. “Nuestro país ha experimentado un fracaso distributivo como pocos lugares en el mundo”, fue la expresióndel economista de la Universidad Nacional de La Plata Leonardo Gasparini. A eso, el texto sumó algunos indicadores parciales de “pobreza” (según “mediciones alternativas a las del Indec”), “trabajo en negro”, “jubilaciones y pensiones” y “precariedad”.
“Es obvia la existencia de pobres y que un porcentaje de la población sigue con necesidades básicas insatisfechas. Que permanecen bolsones de exclusión, carencias de infraestructura (agua, cloacas, asfalto, viviendas, escuelas, salas de primeros auxilios) y marginación social. Son desafíos pendientes a saldar con núcleos familiares golpeados durante décadas de olvido por parte del sector público”, señaló Alfredo Zaiat ayer en Página/12. “Ahora bien –continuó–, que aún persistan zonas de pobreza luego de varios años de crecimiento económico sostenido no significa que no haya mejorado la situación social y que los niveles de exclusión sigan siendo los mismos que los de la década del noventa. Eso es lo que la mirada distorsionada de ciertos analistas promueve con el estallido en Villa Soldati. Resulta peculiar la tarea de sensibilizar al auditorio con la pobreza por parte de los mismos protagonistas, y de sus adherentes, que lideraron y alentaron un modelo de país fábrica de pobres. No sólo expresan esa hipocresía en temas sociales, sino que también se ignoran estudios internacionales sobre la evolución de la pobreza en el país en los últimos años”.
Quiebre I
“Hay un quiebre cuando uno compara con la década de los ’90. Argentina, junto con Brasil, Bolivia y Venezuela, son los países de la región que más redujeron la desigualdad y la pobreza. Eso sin contemplar la Asignación Universal por Hijo; midiendo eso, los resultados son todavía mejores. También ha mejorado considerablemente el balance de pagos y la cuenta corriente. La deuda pública tiene un muy buen comportamiento y aumentan las reservas internacionales. El Estado ha tomado decisiones correctas para la sociedad argentina.” Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Cepal
Quiebre II
“Un indicador que permite cuantificar la mejora en la distribución del ingreso es el coeficiente de Gini (el cual se acerca a 1 cuando la sociedad es más desigual y a 0 cuando es más equitativa). Este presentó un empeoramiento sistemático desde 1976, que se profundizó notablemente en los noventa. A partir del año 2003 se quebró la tendencia de agudización de la desigualdad y se inició una fase en que ésta se reduce significativamente, aun cuando en 2009 el efecto de la crisis internacional aminora su ritmo de mejora y cuando los niveles siguen siendo altos en relación con los que caracterizaron a nuestro país.”
Florencia Villafañe, de la Dirección de Estudios y Coordinación Macroeconómica-SSPTyEL-Mtess, el último 25 de octubre en Página/12.
Hipocresía
El proyecto de ley del diputado Héctor Recalde que promueve la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas no despertó hasta ahora en Clarín ningún tipo de valoración positiva. Es más: fueron varias ya las ocasiones en las que el diario calificó a la idea de “polémica”. Por otro lado, el medio no ha deslizado ni una sola crítica contra los empresarios que en diversas oportunidades se negaron a sentarse a discutir los alcances del proyecto. ¿De dónde surge, entonces, el repentino interés por una distribución más igualitaria de las riquezas?
Consejo de Medios
Audiovisuales Preservación
Documental y Defensa de la
Audiencia
Hace unos 20 días, varios medios difundieron un informe de la Comisión Económica para América latina (Cepal) según el cual en nuestra región, con excepción de Costa Rica, “hay una tendencia generalizada hacia la reducción de la pobreza”.
“Es la primera vez en la historia que América Latina logra reducir la pobreza inmediatamente después de una crisis económica como la de 2008 y 2009”, señaló entonces Alicia Bárcena, la mexicana que hoy ocupa la secretaría ejecutiva del organismo. “La tasa de pobreza en la Argentina se redujo desde el momento más crítico de la crisis de 2001 a la fecha en 34,1 puntos, ubicándose con 11,3 por ciento como la segunda más baja en la región detrás de Uruguay, que tiene un 10,7 por ciento”, advirtió Página/12 el último 1 de diciembre. A esto agregó que de acuerdo al informe “la mejora deviene de la prudencia macroeconómica con la que se condujeron los países de la región, el progresismo social y la innovación productiva”.
Para datos más recientes, el artículo sumó que la pobreza y la indigencia en la Argentina se contrajeron entre 2006 y 2009 a razón de un 3,2 y un 1,1 punto porcentuales por año:“la situación de pobreza se redujo de 21 por ciento en 2006 a 11,3 por ciento en 2009, en tanto que la cantidad de indigentes bajó en ese lapso de 7,2 a 3,8 por ciento”.
Clarín no publicó una sola línea sobre este panorama desarrollado por el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas responsable de promover el desarrollo económico y social de la región. Es decir: para sus lectores, ese informe directamente no existió.
Ayer, sin embargo, el matutino indicó en la página 14 –y debajo de la volanta “el conflicto social”–, que mientras “el PBI crece, los indicadores sociales se deterioran.” “La Argentina experimentó en estos años una mejora social no muy diferente a lo que se produce después de toda gran crisis económica y financiera”, arrancó el artículo que habló también de “un modelo económico que amplía la diferencia entre ricos y pobres”.
Para dar apoyo a su tesis, la nota se basó en un reportaje publicado por el mismo diario en agosto pasado y que ya fue citado en sus páginas durante los últimos meses en otras oportunidades. “Nuestro país ha experimentado un fracaso distributivo como pocos lugares en el mundo”, fue la expresióndel economista de la Universidad Nacional de La Plata Leonardo Gasparini. A eso, el texto sumó algunos indicadores parciales de “pobreza” (según “mediciones alternativas a las del Indec”), “trabajo en negro”, “jubilaciones y pensiones” y “precariedad”.
“Es obvia la existencia de pobres y que un porcentaje de la población sigue con necesidades básicas insatisfechas. Que permanecen bolsones de exclusión, carencias de infraestructura (agua, cloacas, asfalto, viviendas, escuelas, salas de primeros auxilios) y marginación social. Son desafíos pendientes a saldar con núcleos familiares golpeados durante décadas de olvido por parte del sector público”, señaló Alfredo Zaiat ayer en Página/12. “Ahora bien –continuó–, que aún persistan zonas de pobreza luego de varios años de crecimiento económico sostenido no significa que no haya mejorado la situación social y que los niveles de exclusión sigan siendo los mismos que los de la década del noventa. Eso es lo que la mirada distorsionada de ciertos analistas promueve con el estallido en Villa Soldati. Resulta peculiar la tarea de sensibilizar al auditorio con la pobreza por parte de los mismos protagonistas, y de sus adherentes, que lideraron y alentaron un modelo de país fábrica de pobres. No sólo expresan esa hipocresía en temas sociales, sino que también se ignoran estudios internacionales sobre la evolución de la pobreza en el país en los últimos años”.
Quiebre I
“Hay un quiebre cuando uno compara con la década de los ’90. Argentina, junto con Brasil, Bolivia y Venezuela, son los países de la región que más redujeron la desigualdad y la pobreza. Eso sin contemplar la Asignación Universal por Hijo; midiendo eso, los resultados son todavía mejores. También ha mejorado considerablemente el balance de pagos y la cuenta corriente. La deuda pública tiene un muy buen comportamiento y aumentan las reservas internacionales. El Estado ha tomado decisiones correctas para la sociedad argentina.” Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Cepal
Quiebre II
“Un indicador que permite cuantificar la mejora en la distribución del ingreso es el coeficiente de Gini (el cual se acerca a 1 cuando la sociedad es más desigual y a 0 cuando es más equitativa). Este presentó un empeoramiento sistemático desde 1976, que se profundizó notablemente en los noventa. A partir del año 2003 se quebró la tendencia de agudización de la desigualdad y se inició una fase en que ésta se reduce significativamente, aun cuando en 2009 el efecto de la crisis internacional aminora su ritmo de mejora y cuando los niveles siguen siendo altos en relación con los que caracterizaron a nuestro país.”
Florencia Villafañe, de la Dirección de Estudios y Coordinación Macroeconómica-SSPTyEL-Mtess, el último 25 de octubre en Página/12.
Hipocresía
El proyecto de ley del diputado Héctor Recalde que promueve la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas no despertó hasta ahora en Clarín ningún tipo de valoración positiva. Es más: fueron varias ya las ocasiones en las que el diario calificó a la idea de “polémica”. Por otro lado, el medio no ha deslizado ni una sola crítica contra los empresarios que en diversas oportunidades se negaron a sentarse a discutir los alcances del proyecto. ¿De dónde surge, entonces, el repentino interés por una distribución más igualitaria de las riquezas?
Consejo de Medios
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Documental y Defensa de la
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