lunes, 29 de noviembre de 2010

Exclusivo: Cómo operan Clarín y Techint cuando nadie los ve


Por Roberto Caballero
Muchas personas, con intereses circunstanciales, a veces incluso opuestos, tienen sus terminales en los dos dueños de la AEA, que son los que les dicen cómo y qué tienen que hacer o decir para mantener sus privilegios. Esta es la verdadera foto del poder en la intimidad.
No es habitual que los periodistas hablemos del poder. Hablamos de los gobiernos, pero de los dueños del dinero muy poco, o casi nada. La mayoría de las veces, por supervivencia. Ningún periodista ignora las alianzas del poder real. Burlarse de las corbatas amarillas de Carlos Menem o de lo aburrido que era Fernando de la Rúa, por tomar dos malos ejemplos de la política reciente, fue siempre un atajo de los editores para no disgustar a los actores invisibles que realmente deciden sobre la vida cotidiana de millones de argentinos. Recordemos que mientras buena parte de los periodistas nos ocupábamos de la Ferrari y la avispa, el Estado era desguazado, la Argentina se endeudaba como nunca antes y casi un tercio de los habitantes de este país perdía el trabajo, en un plan de reingeniería social y económica que fue defendido y naturalizado por la prensa tradicional como si fuera necesario para todos, cuando sólo era conveniente para unos pocos. Eso es poder.
Nadie sabe cómo funciona esa red en la intimidad. Quizá por eso, la imagen que ilustra esta nota tiene un valor testimonial inmenso: reúne al poder en serio de nuestro país, cuando nadie lo ve. Allí posan, festivos, Jorge Rendo y Luis Betnaza, dos de los hombres más importantes de Clarín y Techint, los grupos concentrados que dominan la Asociación Empresaria Argentina (AEA), punta de lanza de un proyecto de país en sí mismo, donde sobra mucha, mucha gente. Sus caras no son conocidas. Sin embargo, son sus decisiones económicas y sus posicionamientos políticos los que definen cómo vivimos los argentinos. Eso es poder.
La foto fue tomada el 19 de noviembre, en la fiesta de cumpleaños 43 de Augusto Rodríguez Larreta, hermano de Horacio Rodríguez Larreta –el ladero político de Mauricio Macri, precandidato presidencial de la derecha– y gerente de Relaciones Institucionales del Grupo IRSA, propietario de los shoppings Alto Palermo, Paseo Alcorta, Patio Bullrich, Abasto, Buenos Aires Design y Dot; y accionista mayoritario del Banco Hipotecario, en sociedad con el Estado. No será sencillo para Augusto explicarle a su patrón –Eduardo Elsztain, verdadero dueño del holding– qué hacía ese día fotografiándose con Rendo, director corporativo del Grupo Clarín: cuando Elsztain quiso entrar a la AEA, Clarín se lo impidió. La razón: su condición de judío practicante. Pueden preguntarle a Elsztain.
Rendo es, además, el principal operador en el terreno judicial de las necesidades de Ernestina Herrera, junto a Pablo Casey, sobrino de Héctor Magnetto. Se atribuye ser más duro que su jefe, es el padre de las medidas cautelares que desafían la Ley de Medios de la Democracia y como trofeo de caza tiene a Roberto Marquevich, el juez que se convirtió en ex juez luego de animarse a investigar el origen de los herederos de Noble, que (se presume) son hijos de desaparecidos.
En la foto, como para refrendar la comunidad de intereses comerciales que une a ambos diarios, Rendo aparece tomado del hombro por Carlos Pagni, el periodista de La Nación que aspira a suceder a Joaquín Morales Solá en su rol de versionador melodramático de las intrigas que dominan Balcarce 50. Mientras eso no sucede, porque Morales Solá no se jubila, Pagni se entretiene contando entresijos vidriosos de empresarios, en prosa amenazante. Por si alguien no sabía cuáles eran las fuentes de lo que Pagni escribe habitualmente, aquí está la foto.
A Betnaza se lo puede ver tomando de la cintura a Rodríguez Larreta. Es, al menos, curiosa la afinidad entre ambos. En 2003, cuando el Grupo Techint intentó quedarse con el Banco Hipotecario, desplazando a Elsztain, contó con la invalorable ayuda de Clarín y La Nación, que le brindaron apoyatura mediática desde sus tapas para la operación que, finalmente, frustró el duhaldismo en retirada. Betnaza es director corporativo de Techint. Es el segundo del ítalo-argentino Paolo Rocca, el empresario que en la última reunión de IDEA pidió una devaluación; y es vicepresidente de la Fundación Mediterránea, que en los años ’90 catapultó a Domingo Cavallo como ministro de Economía de Menem y De la Rúa, con los resultados a la vista.
Otro de los abrazados a Rendo es Alejandro Macfarlane, actual CEO de la eléctrica Edenor, que viene presionando al gobierno por el aumento de tarifas. Es raro, porque mientras Clarín presiona para que esto suceda, cuando parece que va a ocurrir (para mal de todos, menos para Edenor), Clarín y Techint privilegian su pelea con el kirchnerismo, hacen una tapa que habla de tarifazo y las eléctricas se quedan sin poder ganar más de lo que ganan. ¿Existe la bipolaridad empresaria? Parece. Macfarlane es el yerno de Hugo Anzorreguy, el ex jefe de la SIDE menemista. Se trata de un entrepreneur de elásticos dominios: de la mano de su suegro, cuando Menem estaba en su apogeo, llegó a la presidencia de Telinfor, que junto a Hard Communication –de Rodolfo Galimberti, Jorge Born y “Corcho” Rodríguez–, manejaba los juegos telefónicos de Susana Giménez que terminaron en escándalo. La foto con Rendo explica su llegada a Papel Prensa, donde ahora la Comisión Nacional de Valores abrió un sumario en su contra, junto a Magnetto, José Aranda, Julio Saguier y Alberto Jorge Gowland Mitre, entre otros. La CNV los denunció a todos ellos (miembros privados del Comité Ejecutivo, de la Comisión Fiscalizadora, del Consejo de Vigilancia y directores titulares) por “severas irregularidades” en el funcionamiento de firma. En el mundillo empresario es un enigma el vínculo entre Macfarlane y Marcelo Mindlin, el dueño de Edenor. Para todos es evidente que no usan los mismos métodos. Hace tres años, cuando Mindlin quiso incursionar en el terreno de los medios comprando las radios de los mexicanos del Grupo CIE, Francisco de Narváez le salió al cruce: le dijo que nadie podía invertir con sus amigos sin previa autorización suya. Ese verano, la casa en José Ignacio que alquila Alika Alikate sufrió un incendio que la destruyó por completo. Mindlin, dicen, jamás habría tomado una decisión así. Seguramente nada tuvo que ver el siniestro con la operación de las radios. Igualmente, el negocio nunca se concretó.
Pese a todo, Macfarlane siguió ganando buen dinero. Con 45 años, vuela en avión privado: fue así que pudo llegar a tiempo al casamiento de Macri y Juliana Awada en Tandil.
A Miguel Peirano, el de camisa blanca por fuera del jean, que posa junto a Betnaza, siempre se lo vinculó con el Grupo Techint, del que fue empleado durante dos años. Economista de carrera, llegó a ser funcionario K, aunque siempre se ocupó de mantener canales de diálogo abiertos con Elisa Carrió. La fuente de este último dato es el propio Clarín. Basta buscar en su archivo. Peirano salió del gobierno durante el escándalo por las presuntas coimas de Skanska, que enfrentó a Néstor Kirchner con Paolo Rocca. Quedó claro ante aquel episodio a quién debía más lealtad.
La pregunta es qué hace Jorge Telerman –el ex jefe de gobierno porteño que asumió luego de que el macrismo se llevara puesto a Aníbal Ibarra– entre gente tan poderosa. Quizá pasó a saludar, como hicieron Marcos Gastaldi o Marcela Tinayre, hija de Mirtha Legrand. En realidad, su vínculo con Augusto Rodríguez Larreta es muy estrecho, desde que este último lo asesoró durante la campaña en la que el ex vocero de Antonio Cafiero y ex embajador en Cuba se enfrentó con Macri y con Horacio Rodríguez Larreta, hermano del anfitrión. Todo muy raro.
Claro: así, tan mezclado, resulta difícil de entender. Hermanos que compiten con hermanos, y presidentes de compañías que contradicen a los dueños de esas mismas empresas. Parece de locos. Sí. Siempre y cuando no se comprenda que el verdadero poder en la Argentina es la sociedad entre Clarín y Techint. Muchas personas, con intereses circunstanciales a veces opuestos, tienen sus terminales en los dos dueños de la AEA, que son los que les dicen cómo y qué tienen que hacer o decir para mantener sus privilegios.
Cuando Tiempo Argentino salió a la calle, asumió el compromiso periodístico de defender un país inclusivo, con todos adentro. Señalamos también, con claridad, que el país de Techint y Clarín no es el de los que queremos una democracia que reparta la riqueza entre todos los argentinos. Las ideas que promueven esos dos grupos sostuvieron el paradigma económico y cultural de los ‘90, donde uno de cada cuatro argentinos perdió el trabajo y se dio la mayor concentración del ingreso de la historia nacional, con la complicidad de todo el sistema tradicional de medios.
Crean desde sus empresas sólo 500 mil puestos de trabajo y les quieren explicar a 40 millones de argentinos cómo tienen que vivir.
Nosotros nacimos para decir otras cosas. Las que nadie dice.
Y para mostrar qué hace el poder, el de verdad, cuando nadie lo ve








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