En la página 17, La Nación decide efectuar una comparación entre los noticieros televisivos públicos y los privados. Comienza denostando la obra clásica de los ‘70 Para leer al Pato Donald, del chileno Ariel Dorfman y el belga Armand Mattelart. “En los años 70 todo era más sencillo en el mundo de la comunicación: si no se estaba con la recalcitrante derecha mcluhaniana, para la que el medio era ‘el masaje’, y una especie de extensión electrónica de nuestro cuerpo, había que alinearse con la izquierda dura y redentora, que veía en los medios de masas, y en muchas otras cosas, verdaderos mecanismos de distracción creados para adormecer al pueblo y disimular las injusticias del sistema capitalista. Nos enteramos, entonces, de los efectos deletéreos del Pato Donald y de otros héroes infantiles y, por supuesto, de la televisión.” El autor de la nota destila una ironía que roza la burla abierta, además de banalizar una obra concebida como “manual de descolonización”. A continuación, La Nación presenta la comparación propiamente dicha: “Hemos elegido echarles un vistazo a los noticieros televisivos, que siguen siendo una fuente importante de información (y de omisión)... Dentro de ellos, a su vez, y como no es posible abarcar todo, nos ocuparemos de Canal 7, público (mejor dicho, gubernativo) y de El Trece, privado (perteneciente al multimedio Clarín), con sus respectivos noticieros, o programas cercanos y anexables: por un lado, Visión 7 y 6,7,8, y por el otro Noticiero 13 y Telenoche.”
Desde el vamos, “anexar” Visión 7 a 6,7,8 y compararlos con Noticiero 13 y Telenoche, significa poner en el mismo plano de análisis a tres noticieros estrictamente informativos con un programa periodístico que también tiene espacio para el humor (6,7,8). Es como mezclar peras con manzanas, lo cual implica un error en el análisis. También se destacan las coberturas de El Trece: “No hay que olvidar que, desde hace más de tres años, el multimedio Clarín sostiene un durísimo enfrentamiento político con el gobierno kirchnerista. En los noticieros de sus canales la pugna se manifiesta, con algo de sutileza y de manera indirecta, mediante el tratamiento reiterado de temas delicados para el Gobierno; u otras veces, de modo más directo y contundente, a través de la opinión de los columnistas políticos. De cualquier manera, la investidura presidencial es siempre respetada.” Lástima que al autor se le olvida mencionar que los noticieros del Grupo suelen utilizar algunas de las estrategias discursivas de la gráfica que manifiestan en las placas, por ejemplo, la letra “K” para referirse a numerosas medidas gubernamentales. Entonces, abundan las placas al estilo “Ley de Medios K.” Así, se refuerza un concepto que va contra la “investidura”: mostrar a la familia presidencial como una “monarquía autoritaria”
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