jueves, 31 de mayo de 2012
Un sentido homenaje a Isidoro Blaisten en la Biblioteca Nacional
El celebrado escritor Isidoro Blaisten -"buen poeta, buen narrador y buen tipo"-, fallecido en 2004, fue recordado anoche en un homenaje que colmó de risas, y también de lágrimas la Biblioteca Nacional donde amigos y lectores repasaron lo mejor de su obra literaria y evocaron los aspectos de su increíble originalidad.
El homenaje tuvo lugar en la sala Jorge Luis Borges y contó con la compañía de los escritores Vicente Battista y Orlando Barone; el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González y con un audio enviado especialmente por el actor Víctor Laplace, que aunque no pudo estar presente lo hizo a través de una lectura exquisita del poema "Ida y vuelta hacia mi madre muerta", por supuesto, de Blaisten.
Un extracto de un video realizado en 2006 en conmemoración de los dos años de su muerte fue proyectado en el escenario del auditorio, donde los allí presentes se deleitaron con "La Balada del Boludo", leída en carne propia por el autor que, como siempre, no pudo más que hacer reír a carcajadas y provocar alguna que otra lágrima entre el público blaisteniano.
"Yo he leído a Isidoro pero no soy un buen lector de él. Es una literatura que me inspira, y es la literatura de las pequeñas criaturas dolidas, de la fragilidad humana; postula las grandes preguntas de la humanidad", dijo González, quien arrancó el encuentro reflexionando sobre la memoria no como obligación sino como iniciativa, como una "chispa" que surge: "Isidoro siempre aparece".
"Esta es la celebración de un amigo y de un protagonista de la poesía y la literatura. Blaisten amaba tanto la perfección, la precisión...", dijo Barone a Télam, quien durante el homenaje leyó un poema de su autoría en donde evocó aspectos memorables tanto de la obra como de la intimidad del autor de "Dublín al Sur".
"Alguien que tiene ese sagrado respeto no puede escribir una novela porque la novela permite páginas tediosas(de hecho tardó años en escribir "Voces en la noche"). En un cuento no podes saltear una línea, el cuento es una obra cerrada pequeña. Si tuviera que elegir cinco cuentistas de la Argentina el primero es Borges y el segundo Isidoro", agregó.
Esa búsqueda y obsesión por la perfección fue destacada por todos los allí presentes, hasta por el público que con gestos de afirmación dieron el sí desde sus butacas.
Tal es así que su hija, Debora Blaisten, contó a Télam que "de grande, cuando me tocaba corregir sus trabajos, me decía: `Platiquemos chiquita mía, contame las comas y léeme en voz alta´. Él era una persona que nunca terminaba de cerrar para lograr la perfección. Iba en busca de la palabra exacta, no podía ser otra".
Para Battista, "Isidoro era esencialmente poeta pero también demostró ser un gran narrador. De un hecho mínimo tenía una lectura: Buen poeta, buen narrador, y esto hay que decirlo también, buen tipo, sobre todo", definió.
"Mi papá creo que no podía hacer otra cosa que no fuera escribir. Era su pasión, vocación y obsesión. Como una necesidad, el cuerpo se lo pedía", destacó su hija, promotora del homenaje e incansable admiradora de su padre.
"Era una persona adorablemente insólita -continúa-. Tenía un lenguaje muy especial, era diferente. En vez de tragar sangre, tragaba palabras. Era un vampiro de palabras".
Durante el homenaje, ambos escritores y amigos de Blaisten destacaron su humor y locura: "Recuerdo cuando asumió en la Academia Argentina de Letras en el 2001 dio un discurso muy bueno. Decía que la lengua no podía ser apresada por la policía de los académicos y ¡él formaba parte!. Sus anticonferencias eran una delicia, hacía matar a todos de la risa", recordó Barone.
En su caso, Battista contó, ante un auditorio ya colmado de sonrisas, que "es el único escritor al que no convencí de escribir en computadora. Pero sí me dio el gusto y se la compró. Claro que sólo la usaba para posar en las notas que le hacían".
También rememoró que "cuando éramos jóvenes nos juntábamos en el Tortoni y él empezó a venir con sus poemas y era muy bueno. Hasta que después trajo sus cuentos y ahí nos dimos cuenta que era un gran cuentista".
Al igual que Battista, Barone tampoco ocultó su admiración y deslumbramiento por Blaisten: "Los cuentos de él son increíbles. Me acuerdo de ´Suicidio descreído que dice: ´Creer o Reventar. Reventar.´ ¿No es magnífico?".
Entre los recuerdos que aparecen de tiempo atrás, su hija destacó "irme a dormir con el ruido de la máquina de escribir, como una canción de cuna. De esa manera yo sabía que papá estaba en casa y estaba todo bien".
Y entre tanto, agregó: "También me acuerdo que íbamos a tomar un café y me hacía callar para escuchar las charlas de las mesas de al lado. Nos divertíamos adivinando oficios. Escribía cuando no escribía, porque se ponía siempre en un ángulo diferente".
En el caso de Barone, "lo conocí en un taller literario en la década del 60 y a partir de ahí nos hicimos amigos. El era fotógrafo de niños y yo era el vendedor de las fotos que él sacaba. Íbamos a las plazas de chicos ricos, aunque nos iba como el culo estuvimos haciéndolo casi un año. Me decía `yo hago de fotógrafo poeta melancólico y vos de promotor porque te vestís mejor".
Debora no duda en continuar con el legado literario de su padre: "no quiero que quede en el olvido. El siempre me decía `yo quiero que me lean los chicos de Boedo" y a eso apunto: acercar a Isidoro Blaisten a la gente joven".
Nacido en Concordia en 1933 y considerado un "porteño de alma", Blaisten fue redactor publicitario, periodista, librero y fotógrafo, hasta que en 1965 debutó en la literatura con un libro de poemas, "Sucedió en la lluvia", distinguido por el Fondo Nacional de las Artes.
Publicó una docena de libros, entre ellos "Sucedió en la lluvia", "Carroza y reina", "El mago", "Anticonferencias", "Cuando éramos felices", "Al acecho", "Cuentos cortitos así", "La felicidad", "La salvación", "A mí nunca me dejaban hablar", "Al acecho" y la única novela que escribió poco antes de morir, "Voces en la noche".
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