martes, 30 de noviembre de 2010

Sólo La Nación decidió priorizar la “inquietud” de los EE UU por Cristina (Tiempo)




Casi todos los diarios hablaron de un bochorno para la diplomacia de los Estados Unidos, mientras que La Nación fue el único que subrayó en su tapa la preocupación por la “salud mental” de Cristina Kirchner, a la que calificó como una llamativa inquietud.
Todos los diarios, sin excepción, dedicaron importantes espacios a las revelaciones del sitio de Internet WikiLeaks, que difundió nada menos que 250 mil documentos del Departamento de Estado de los EE UU en lo que constituye la mayor filtración de información diplomática secreta en toda la historia del país.
“La hora del papelón mayor para Estados Unidos”, tituló Página/12, que explicó que el sitio Web accedió al material y lo cedió a cinco medios: The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde y El País. Los cables secretos revelan la obsesión con Irán, destacó el diario argentino, que agregó que quedaron a la luz casos de espionaje, maniobras oscuras y corrupción. También Tiempo Argentino fue en esa dirección al asegurar que los cables exponen las insólitas interpretaciones en que se basa Washington para adoptar políticas que afectan al mundo, incluidos los conflictos bélicos.
El caso es que entre los cables difundidos figuraron dos relacionados con la Argentina, y en uno de ellos la Secretaría de Estado solicitaba referencias sobre el estado de salud mental de Cristina Fernández. El otro es más antiguo, de 1966, y refiere a la presencia de barcos soviéticos cerca de Malvinas durante la dictadura de Onganía, explicó Página.
El dato bastó a La Nación para consignar en su principal título de tapa que “Revelan la preocupación de EE.UU. por Cristina Kirchner”, una afirmación que, si bien al leer toda la cobertura queda claramente relativizada, parece en un principio convalidar la versión. “El departamento de Estado pidió a su embajada en Buenos Aires, tiempo atrás, información sobre la salud mental de la Presidenta”, escribió el diario en una bajada que oscurece más de lo que aclara. Por otro lado, en un análisis adjunto, Carlos Pagni habló de una llamativa inquietud a la que, aunque calificó de vulgar, también abonó en parte al referir que “desde hace años circula una versión nunca verificada según la cual estaría bajo tratamiento por un trastorno bipolar”. “En noviembre de 2006, cuando Cristina todavía era senadora, la revista Noticias se hizo cargo de ese rumor publicándolo en su tapa. La hipótesis no tomó cuerpo sino que, al contrario, se fue diluyendo hasta adquirir el aspecto de una leyenda urbana. La consulta de Washington podría justificarse en este contexto, y tal vez revele más candor que perspicacia en quien la formuló”, agregó el periodista.
Ni siquiera Clarín realizó ese tratamiento de la información. El diario advirtió en tapa que “Revelaron miles de secretos de la diplomacia de EE.UU.”, y marcó que se menciona a Cristina, aunque en su cobertura hizo hincapié en la situación incómoda en la que quedan los Estados Unidos, hablando además de un golpe gigante a la credibilidad de la Casa Blanca. “Los despachos secretos que fueron obtenidos por WikiLeaks también revelan la evaluación que hace Washington de muchos otros asuntos internacionales sumamente sensibles”, señaló la nota, que resaltó la mirada estadounidense sobre Hugo Chávez, Vladimir Putin, Silvio Berlusconi y Angela Merkel, entre otros, llevando apenas a un recuadro lo revelado sobre Cristina y Malvinas.
“Una cosa de locos: los yanquis hacen espionaje con Cristina”, dijo Crónica, mientras que Popular puso en relieve qué documentos secretos incluían a Cristina.
Ámbito mencionó en tapa el escándalo por los cables secretos que mencionan hasta a Cristina, mientras que El Cronista fue el único diario que marcó que la filtración salpica la relación de Obama con la presidenta, dividiendo una parte de la información en su sección política (donde consignó que los Estados Unidos pidieron informes sobre la salud mental de Cristina) y otra en sus páginas internacionales, en las que planteó que la histórica filtración de documentos pone en aprietos a la diplomacia de los EE UU.














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