martes, 31 de enero de 2012

Finalizó el Festival de Cosquín

Con una grilla con 25 artistas promedio por noche, extendidas hasta las 6 de la mañana, el festival tuvo momentos notables: Jairo, Falú, Gieco, Heredia, Parodi, Arias y Bernal, entre otros.




El fin de fiesta trae un no sé qué en este valle serrano cordobés: la nostalgia de los tiempos recién idos, la promesa del reencuentro el año próximo, lo que ya comienza a ser recuerdo de la aventura folklórica vivida de mil maneras, según los gustos, edades, ganas y posibilidades de los convocados en la Próspero Molina, y de los tantos que llegan para vivir el folklore de los alrededores, sin comprar una entrada para la plaza. Queda, también, la confirmación de que este festival guarda para sí una capacidad única de sorprender, en lo bueno y en lo malo, aun cuando, antes del comienzo, el repaso en frío de su programación parezca ofrecer lo que ya se vio el año anterior, y el anterior. Es entonces cuando queda el balance de lo mejor y lo peor de Cosquín, repasado aquí por Página/12.

- Pongan los fideos: Cuando parecía que no había más jugo político que sacarle al festival, llegó el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, sin previo anuncio, acompañado por el candidato santafesino Miguel Del Sel. Recorrió la peatonal notoriamente incómodo entre el gentío, y antes de subir al palco de invitados dio una conferencia de prensa, acompañado también por la intendente interina de Cosquín, Rosanna Adaglio, y el intendente Marcelo Villanueva, quien pidió licencia para pasar a integrar el gabinete de José Manuel de la Sota. Macri prometió “un Cosquín en Parque Roca”, y consultado sobre los motivos del cambio de plan, ya que su gobierno dio de baja el Festival de Músicas de Provincia, que se hacía en ese mismo lugar, dijo “desconocer” que hubiera existido tal evento. “Desconozco”, insistió cuando se le recordó que, en sus ocho ediciones, aquel festival llegó a albergar momentos históricos para el género, como el último regreso de Mercedes Sosa. “Esa pregunta ya la respondí”, dijo cuando se le preguntó por su veto a la ley de protección a los artistas mayores, impulsada por Chango Farías Gómez. La frase circuló esa noche detrás de escena como latiguillo chicanero: “Desconozco. Ya se lo respondí”.

- Cantidades: Todo festival que se precie –esto corre no sólo para Cosquín– tiene sus “recomendados”, o más lisa y llanamente sus puestos a dedo: desde los amigos de la infancia del intendente, hasta la amiga íntima del ministro del cual depende el apoyo económico, para todos hay un lugarcito esperando. Está además el que entra “en combo” con tal otro artista manejado por el mismo representante. No es que se le pida a Cosquín el gesto altruista y quizá de imposible ejecución de cambiar usos y costumbres. Pero hay formas y formas de acomodar a esta gente, de ubicarla en horarios menos visibles y menos audibles, de manejar la grilla en función de una programación integral. He aquí el trabajo –nada fácil, por cierto, y con mucho de arte político y de resolución en el acto, debido a los imprevistos de todo evento grande– de un programador.

Este año, el rejunte de ilustres desconocidos, portadores de talentos ídem, que lució por momentos Cosquín, atentó contra todo el festival. Con grillas de 25 artistas promedio por noche, extendidas hasta las 6 de la mañana, fue difícil lograr espacios para lucimientos personales, en la sucesión peñera del “que pase el que sigue”. La sensación, en muchos momentos, fue justamente la de estar en una peña. La diferencia es que la gente no llega a la plaza a comer empanadas y charlar, con la música como mero entretenimiento de fondo: se espera mucho de lo que allí pasa, tanto de lo nuevo como de lo consagrado.

- Calidades: Más allá de estas consideraciones, es también cierto que en Cosquín, muchas veces, pasa mucho. La emoción que despertó la presentación de Jairo, el primer domingo, quedó por ejemplo entre los recuerdos de este Cosquín. La de Juan Falú, solo con su guitarra, y la cerrada ovación que despertó, fue otra marca que será recordada. Artistas como León Gieco, Víctor Heredia y Teresa Parodi trajeron shows especialmente preparados, con homenajes a figuras fundantes, y apuestas a la renovación y los cruces. Muchos de la nueva camada pisaron también fuerte en el escenario y se ganaron sus lugares en el aquí y ahora del género: Bruno Arias, Paola Bernal, Bruja Salguero, el trío Aymama y el MJC, entre otros.

- A los gritos: La pasión folk se mostró de diversas maneras en este Cosquín: muchas veces fue a los gritos, en franco desborde demagógico. Algunos pasaron el límite trayendo inclusive sus propios fuegos artificiales, como el caso de Guitarreros (que encima hicieron apropiación ilícita del grito de “Aquiií... guitarreros” por parte del presentador), y del gran ganador del premio no oficial al más gritador de esta edición, Nando El Salteño. Algunos temen que el año próximo la competencia pase por el que tire el petardo más grande.

- La imaginación faltó al poder: Se extrañaron espectáculos integrales como los de años anteriores, que proponían cruces de artistas y homenajes por regiones o temas. Los programadores de Cosquín insisten con hacérsela fácil a los artistas: en lugar de pedirles que traigan opciones especialmente preparadas, puestas que diferencien sus shows de los que dan en tantos otros festivales de verano, dejan la iniciativa librada a la buena voluntad y las ganas de cada uno. El hueco lo cubrieron de algún modo las delegaciones de las provincias, con más espacio este año, y en algunos casos con gran despliegue de producción.

- La Revancha de La Mona: La Mona Jiménez tuvo una primera y fallida llegada a Cosquín en 1988, cuando debió suspender su show, apenas comenzado, por los disturbios provocados en una plaza con entradas revendidas y seguidores enardecidos. Tuvo su revancha el martes pasado, cuando actuó solo y junto a Los Cuatro de Córdoba, en una noche que se desarrolló feliz y en paz, contra una cantidad de pronósticos agoreros que circularon en la previa. Fue, finalmente, el único que logró el lleno de la plaza, junto con Jorge Rojas.

- Ciudad tomada: Cuando las fuerzas vivas de Cosquín pensaron un evento que le cambiara la cara a un lugar de hospitales para tuberculosos (eligiendo al folklore, más que por un amor puntual, de acuerdo con el género que más vendía el disquero del pueblo), no imaginaron que la idea terminaría ganando las dimensiones que ganó. El festival es hoy la marca identitaria de Cosquín, y es también el evento alrededor del cual gira una parte importante de su economía. Desde la iglesia en cuyo campanario el fotógrafo Leandro Teysseire sacó la foto de tapa de esta nota (y cuyas campanas suenan en cada comienzo de fiesta, antes de los fuegos artificiales), hasta los comerciantes formales e improvisados que abren sus casas para alojar gente o estacionar autos, todos participan de algún modo en el festival. No por repetido, entonces, deja de provocar enojo: Cosquín sigue sin infraestructura para albergar un festival de estas dimensiones. Y sigue, en muchos casos, empeñado en desplumar a los turistas, a quienes se les pide que dejen aquí la ganancia de todo un año.

- Madres: El pianista tucumano Miguel Angel Estrella y el ballet Lo Lamento por la Baldosa rindieron un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, con una imponente muestra audiovisual. Una postal que queda de este Cosquín es la de las Madres subiendo al escenario a recibir el poncho coscoíno.

- El otro histórico de Cosquín: El tucumano Daniel Martínez es un personaje de Cosquín y de todos los festivales. Vende cucuruchos con dulce de leche que prepara su esposa (a dos por cinco pesos), y desde hace 32 años asiste puntualmente a esta plaza, luciendo cada noche un frac de un color distinto (con moño al tono). Después de los de la conductora Maia Sasovsky (vestida este año por Benito Fernández, quien mañana organizará un desfile en la Próspero Molina, toda una novedad posfestival) los del tucumano fueron los modelitos más seguidos.

- Lluvia y charango solo: El lunes, el festival parecía a punto de ser suspendido por lluvia. De hecho, empezó una hora después de lo anunciado. Las escenas que se vivieron en la Próspero Molina alcanzaron ribetes épicos cuando, primero, sólo algunas decenas de colados siguiendo al Dúo Coplanacu, y de a poco cientos arrimados bajo una intensa lluvia, que siguieron a pura fiesta con Los Huayra, pusieron folklore al folklore. Ya con una cortina espesa de agua a la vista, otro punto conmovedor de la noche fue Rolando Goldman, armado sólo con su charango, y nada más, levantando a la plaza con su “Estudio para la charango”. Todo terminó con la fiesta que desató Peteco Carabajal sobre el escenario, con parte del público allí subido a bailar, ya empapados todos, y felices. La postal fue, sobre todo del público, calificada con justicia por el maestro de ceremonias Marcelo Simón como “una dulce imagen”. Punto también para la conductora, que a pedido de la hinchada fue a hablar bajo la lluvia, bien cerquita del público y fuera del paraguas protector del escenario, compartiendo la mojadura.

- Premiados: Cosquín 2012 dejó sus premios y fueron para el grupo de Venado Tuerto radicado en Córdoba Alma de Luna, en la Consagración, y como Revelación para la platense Milena Salamanca. El Camin Cosquín de Oro, reservado a las figuras más ilustres del género, fue para el gran Alfredo Abalos.

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