martes, 13 de marzo de 2012

Arte, cine y literatura en la muestra sobre la revista Claridad

La muestra "Claridad, la vanguardia en lucha", que se inaugura el próximo jueves a las 20 en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), establece un diálogo entre arte, literatura y cine para exponer el rol jugado por esta revista de izquierda de la vanguardia argentina, cuyo objetivo era la formación de una cultura proletaria y de inclusión social.

"Muchos de los escritores que participaron de la revista eran del grupo de Boedo porque el fundador de Claridad, Antonio Zamora, fue promotor de la literatura argentina del 20, 30 y 40", dice en una entrevista con Télam el embajador Sergio Baur, señalando un óleo del editor español, situado al comienzo de recorrido.

Dividida en núcleos temáticos, el primero "Los Charcos rojos" alude a un libro de Bernardo González Arrili, precursor de una literatura que "expone distintas tensiones de la modernidad"

Una obra emblemática, "Sin pan y sin trabajo", de Ernesto de la Cárcova, que implica una fuerte denuncia social entra en diálogo con una imagen en movimiento: la salida de la fábrica de un grupo de obreras filmada por los hermanos Lumiere.

La sala adquiere dinamismo y el contexto invade al espectador que deambula con la mirada, se detiene, mira, lee, observa fragmentos de filmes: aparece la fuerte industrialización de principios del siglo XX, el movimiento de inmigrantes que cambia el mapa social de la Argentina, el año 14 y la Primera Guerra Mundial seguida por una corriente pacifista impulsada por socialistas y anarquistas.

El cine reitera su protagonismo en la muestra, en la revista y en la época, como centro de difusión de una nueva realidad. "Hay escenas del realismo soviético, del expresionismo alemán, hasta de figuras del cine norteamericano. Desde sus primeros números Claridad tuvo críticas cinematográficas -resalta Baur-. El gran aporte estético del cine es transformar el arte".

Movimientos sociales como la Semana Trágica en el país, son registrados también en ese tiempo por la prensa popular, el folletín, el magazine.

Paralelamente a la corriente pacifista, "Claridad va a tener una colección de una biblioteca para la paz desde mediados de los años 20 y va a publicar las grandes novelas del género, muchas de ellas tienen su correlato en el cine, como las imágenes pasadas en la muestra de "Sin novedad en el frente" y el libro homónimo de Erich María Remarque, ilustrado por Abraham Vigo.

Otro sector, "Tribuna proletaria", concentra a los artistas del pueblo y escritores precursores de Boedo. El caso de "Historia de Arrabal", de Manuel Gálvez (1922), libro para el que Adolfo Bellocq hizo una serie de 70 grabados en los que se observa un escenario marginal: la zona del Riachuelo, la Isla Maciel, la vida prostibularia y las fábricas, menciona el embajador en Túnez.

En los cabarets y las salas de tango de los años 20 se proyectaban películas, generalmente de un contenido erótico y Bellocq las reproduce en sus grabados, subraya.

¿Cuál es la importancia del grabado? "Es de una difusión masiva y la placa original del artista se imprime cuantas veces sea necesario lo que marca su carácter social, en cambio el cuadro es único".

Esta práctica la realizan también los artistas expresionistas alemanes, "de los cuales se ven una serie de litografías hechas en Berlín que se entregaban a los espectadores de una obra de teatro para mostrar la violencia de la guerra".

En el área denominada "Las puertas de Babel", que da título a un libro de Héctor Blomberg, aparecen artistas extranjeros como George Maserel, un grabador belga que ilustró la literatura de Romaine Rolland.

"Para ese entonces Buenos Aires era una torre de Babel, se escuchaba hablar en ruso, árabe, alemán, turco, idish...., era una sociedad en completa transformación", considera el curador.

Sobre la pared, cuadros de artistas que reflejaron la vida de La Boca, como Stagnaro o Daneri, que rescatan la idea del suburbio.

Aunque de una época anterior, "La sopa de los pobres", de Reinaldo Giudici, refleja una honda preocupación social. "La muestra no está hecha en sentido cronológico, de alguna forma es una arbitrariedad y estos son análisis temáticos, una concertación de ideas con avances y retrocesos y permanencias", explica Baur.

Se suceden las imágenes de Guillermo Facio Hebequer (escenas en la mina, en los campos, en las puertos, las industrias...), al igual que los grabados de Vigo, de Gustavo Cochet, José Arato, todos pertenecientes a la reserva técnica del museo.

"Ese destino de los marginales, los que no han logrado aún su inclusión son un elemento inspirador para estos artistas", analiza y señala una escultura de madera de Agustín Riganelli, quien nuclea un espacio dedicado a la madre.

Una selección de películas -el cine siempre puesto a nivel de la obra, un concepto novedoso utilizado en esta muestra- se proyecta rodeado de grabados y títulos que dan cuenta de este tema central.

Otro título literario, "El arte y las masas" -Elías Castelnuevo-, pone el acento en el compromiso social, y merece su espacio ilustrado por una obra de Facio Hebequer, "Tu historia compañero".

Se trata de distintas litografías reunidas en una carpeta por la Unión de plásticos proletarios, de bajo costo -30 centavos- que habla de la difusión masiva entre un público popular.

A partir de los años 30, se recorta como tema el ascenso de los totalitarismos en el mundo. En Argentina, la década infame; y en Europa el ascenso de Mussolini y del nacionalsocialismo.

El libro "La rosa blindada", de Raúl González Tuñón, introduce en la exposición a la Guerra Civil Española, hay fragmentos del documental "Tierra de España", en el que Truman Capote relata los preliminares de la guerra. Y se observa una gran producción litográfica que se inspiró en la causa republicana.

Un inmenso cuadro de Antonio Berni, "Medianoche en el mundo" -de una colección privada-, entra en consonancia con "Sueño y mentira de Franco", dos planchas de grabados originales de Picasso que preanuncian el Guernica y ejemplifican la misma preocupación.

De carácter conceptual, la muestra reconstruye la historia de la revista y en el sector "Los versos de la calle", título de Alvaro Yunque, se acumula bibliografía de los autores de Boedo: "Libros baratos pero cuidados, ilustrados por artistas importantes en función de hacer un buen producto cultural y artístico".

Casi sobre el final se ven imágenes de películas de Hollywood con una lectura a cargo de Sergio Renán, que sintoniza con un libro de Nicolás Olivari, "El hombre de la baraja y la puñalada" (1933), crónicas de las estrellas que a su juicio "la industria del cine norteamericano les ha robado el alma".

"El cine -reitera Baur- lo estamos viendo no por su característica argumental, sino por su capacidad de espíritu, de transmisión estética. Estamos recordando lo que no pudimos ver, por eso su incorporación en la sala, un recuerdo del futuro".

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